Mientras los consorcios discuten si pintar el hall o cambiar el portero eléctrico, los bomberos advierten que muchas torres de la ciudad no cumplen con algo elemental: el sistema de cañería seca. El mecanismo, clave para combatir incendios en altura, está en condiciones deplorables o directamente ausente en numerosos edificios.
Darío Monetti, integrante de Bomberos Voluntarios, no anduvo con rodeos:
“Nos llegó un informe de jefatura que indica que en varias intervenciones recientes en edificios de altura, las cañerías secas no estaban operativas. Eso nos obliga a realizar maniobras alternativas, lo que demora la respuesta y complica todo”, explicó.
Pero el problema no es nuevo. Según Monetti, desde la fuerza trabajaron para que se apruebe una ordenanza específica que obligue a mantener estos sistemas en condiciones. Sin embargo, su implementación real parece haber quedado en el olvido. “Vemos que los vecinos lo toman como si fuera un impuesto más, cuando en realidad es un sistema diseñado para salvar vidas en caso de incendio”, remarcó.
El panorama preocupa. La cañería seca es una instalación obligatoria en edificios de varios pisos que permite a los bomberos inyectar agua desde la planta baja y acceder rápidamente a los pisos superiores con presión suficiente para actuar. Cuando no está operativa, la intervención se vuelve más lenta y peligrosa.
En resumen, la normativa existe pero nadie la controla. El cumplimiento es parcial, los edificios hacen la vista gorda y los riesgos se acumulan en silencio. Ante una emergencia, el resultado puede ser trágico.
Porque en muchos edificios de la ciudad, si hoy se desata un incendio, lo único seco no será la cañería… será la posibilidad de salvarse a tiempo.
